martes, 25 de noviembre de 2014

No te extraño siempre

No te extraño siempre, no todos los días, pero cuando sucede me desarma un mundo que intento construir sin bases, sin sentido, sobre un abismo que solías llenar perfectamente. Soy de esos que te encuentran donde nunca has estado, en instantes que nunca vivimos pero que te pertenecían de todas maneras, de esos que se detienen en la esquina a esperar que el semáforo cambie de color y te piensa por un segundo antes de volver a la realidad.

No te extraño siempre, al menos no a todas horas, pero cuando sucede llegas para quedarte a compartir esa taza de té que siempre bebo cuando estoy enfermo, que compartía contigo mientras hablábamos horas interminables. Quizá me encuentro en demasiados viajes por la ciudad, esperando olvidar todo, y olvidando que en la soledad de la multitud el recuerdo se atraviesa en cada esquina, en cada mirada que echo por la ventana del autobús, en cada intento de alejarle de mí para siempre.



No te extraño siempre, no de la manera en que lo hice tantas veces antes, pero cuando sucede golpea más fuerte que en todas ellas porque ya no albergan esperanza de ningún tipo, porque me sé gris y aburrido, libre de ti como siempre decías, pero también libre de mí como nunca imaginé que podría estar. Es en la noche cuando más golpeas, cuando todo calla, cuando todo se detiene, cuando debo enfrentarme a mi almohada antes de dormir, esa que me encara todo lo que he querido ocultar de mi mismo, que no me permite mentirme, que me conoce mejor que nadie.

No te extraño siempre, y quizá hasta de vez en cuando entienda que fue lo mejor, pero cuando sucede ya nada tiene sentido, ya nada tiene explicaciones frágiles de ideas, se rompen frente a la fuerza de los latidos que me cuentan la verdad sobre la vida, sobre los sueños, recordándome que aunque parezca estar equivocado, definitivamente sabe lo que quiere. Y de pronto le creo, le entiendo, le abro por un instante para que respire, para que no se ahogue en lo profundo del pecho, en los profundo de tus recuerdos, y después le obligo a volver como el villano que pareciera ser en esta historia.

No te extraño siempre, lo gracioso de todo esto es que, para no extrañarte todo el tiempo, cuando sucede vale por una vida, una en la que ya no estás, llena de preguntas sin respuestas, de abrazos que, como cartas, nunca serán entregados; vale por una vida que ya no tengo, que no quiero, o que debajo de todos sus esfuerzos, resulta que sí te extraña siempre.

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