lunes, 13 de enero de 2014

Vuelve, que aquí te amo...

Habíamos sido pasado que siempre estuvo presente; él, más ayer que yo; yo, más él que yo mismo; pero siempre ambos. Me rescató de un lugar en el que me sumergí casi sin darme cuenta, de un lugar en el que no me sentía alguien que pudiera hacer feliz a otra persona, en el que ni siquiera sentía que pudiera gustarle a otra persona. Fue héroe en la página precisa de la historieta, y hoy un clásico de esos que atesoras por siempre.

Déjenme les aclaro las cosas; algunos años atrás estuvimos juntos y le amé profundamente, pero se fue, sin resentimientos y sin aparentes tristezas un día partió muy lejos. Le lloré sin falta cada noche, porque como había dicho la falta de tristeza solo era aparente; le desee lo mejor y eso sucedió, le fue bien, encontró alguien que le hiciera feliz, y eso era también yo: feliz por él, aunque al contrario por mí.

Como era de esperarse la vida tiene sus caprichos y un par de veces encontré gente que confundía mis sentidos, que hacía parecer el mundo igual de mágico que antes de su partida. Yo siempre loco y apresurado, me dejaba envolver por los arcoiris de las palabras y la candidez de las miradas, aunque en el fondo sabía que nada era real. Un día, no hace mucho, conocí otra persona que de a poco despertó sentimientos que borraron todo recuerdo de lo que fue, que me hacía vivir el presente y desear el futuro, pero no el futuro que había planeado, sino uno nuevo, un futuro tomado de su mano. Pero como había mencionado antes, solo me dejé envolver, y cuando el sol aclaró el día, la manta había desaparecido, y me dejé quebrar como nunca antes, quebrar de espíritu, de amor propio, se rompió la confianza en mí mismo, la fe.

Y entonces, como héroe de historieta, llegó a salvar el tren descarrilado en el momento justo. Caía al precipicio cuando me extendió su mano, una mano que ya conocía, que ya había apretado entre mis dedos, una mano que decía "siempre estuve aquí". Caminar de su lado una vez más fue toda una experiencia, me devolvía de a poco todo lo que había ido dejando en el camino, restauró el hombre que había sido años atrás. Y de pronto el pasado se convirtió en presenta una vez más, y hoy aún desea convertirse en futuro, en el futuro que había planeado, pero tomado de su mano, de la mano que siempre debió ser.

La vida nos pone pruebas, y hoy he dejado tu alma en libertad para que vuele una vez más, pero en el fondo guardo la esperanza de que regrese a mí de forma definitiva, para ser uno, para ser historia sin final, o una con final feliz. ¡Ve, vuela, vuelve, que aquí te amo! (es promesa)...


P.D. La canción que hace no mucho arrancaba lágrimas de alegría 
cuando él decidió que era nuestra, y hoy se han convertido en lágrimas de tristeza.

Yo jamás te dejé de pensar

Te daré más de lo que hay que dar
y ahora sé sin duda cuánta falta hacías
demando al alejarse: ¡SOLO VUELVE SI TE VAS UN DÍA!
De nuevo yo, de nuevo tú
siempre evitándonos a oscuras y al final se ve la luz.