martes, 10 de noviembre de 2009

Quizás

Si un día en la calle te hallaras mi sueño
¿sabrías, al verte allí, que yo soy su dueño?
o te alejarías, tal vez, sin mirar hacia el suelo.

Si en mi silencio entendieras que flota tu nombre
que a veces te lloro, que soy solo un hombre
que no tiene el valor de olvidar que te ha amado.

Si quizás no te enteras que yo te he besado
es porque en realidad eso nunca ha pasado
pero con solo imaginarlo casi siento tus labios.

Si la vida te lleva, y en el camino te alejas
quizás no vas a entender que sin vida me dejas
que la nostalgia de mi hará su patria y su presa.

Y quizás no sabrás los poemas que existen
en honor de tu voz y recuerdos que embisten
cada noche al mirar el dibujo que hiciste.

Aunque hoy casi no hablemos, quizá entiendas mis versos
que al volar a tu paz ya no serán más mis presos
que bailan siempre al compás de este amor incompleto.

Y quizás tus recuerdos traigan risas y llanto
y en mi ventana los quindes se han guardado su canto
tras la noche en que tú preferiste sus labios.

Si quizás yo hubiese sido él, no te hubiera apartado.

lunes, 19 de octubre de 2009

Torre de Babel

Otra tarde más sentado entre el silencio
Acompañado de mi pluma y una hoja de papel
Con el llanto a medio gas, ese es el precio
De confundirte con amor en esta torre de Babel.

Palabras van y vienen pero no escucho nada
Pues mis sentidos agonizan desde ayer
Se ha ido esfumando tu sabor de agua salada
Y esos mil sueños que ya no podrán ser.

Toda la vida se resume en este instante
En el que mato mi sonrisa y las ganas de querer
Desaparecerá de a poco la ilusión restante
Se irá flotando con las lágrimas que no van a volver.

Entre la oscuridad de una noche que empieza
He decidido abandonarme en soledad
Y que su voz se pierda junto a esta tristeza
De aceptar que no fue mío en realidad.

sábado, 25 de julio de 2009

El precio del fracaso


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“Viviré a través tuyo, haré de ti lo que yo nunca fui
pues si eres el mejor puede que también lo sea yo…
Estoy haciendo esto por ti maldita sea!, no lo olvides
cuál es el problema? por qué estás llorando?...
Te amo tal cual eres, si eres perfecto”
Alanis Morissette

Era un día como cualquier otro en la ciudad, el tránsito no caminaba, los conductores lucían molestos, la montaña que le servía de telón a Quito en días de verano estaba totalmente cubierta por las espesas nubes grisáceas que presagian las torrenciales tempestades andinas de las mañanas de Abril.

Allí, en medio de ese escenario urbano, atascado con su coche entre los demás autos que esperaban el cambio de luz en el semáforo, se encontraba Israel, un hombre de mediana edad ataviado con el acostumbrado traje negro que su profesión de abogado le exigía; hablaba por el celular con algún colega de su bufete, seguramente ultimando los detalles de alguno de los sonados casos que estaba acostumbrado a defender.

Israel Zevallos era uno, por no decir el mejor de los abogados del país; su oficina siempre estaba llena de clientes que acudían a él: políticos, ladrones de guante blanco y hasta asesinos de traje y corbata; todos lo buscaban para librarse de la cárcel basados en los escandalosos casos que aparecían en la prensa casi semanalmente y que Israel resolvía como si se trataran de problemas de escuela.

Israel colgó el teléfono para avanzar por la avenida unos cuantos metros mas antes de volver a detenerse, las primeras gotas de lluvia empezaron a caer sobre el parabrisas y encendió las plumas a la vez que buscaba un cigarrillo en su chaqueta, era de aquellos que encienden cigarrillos cuando están molestos y sin alguien con quien hablar para pasar el mal rato. Y es que su vida era así, solitaria y aburrida, una vez su padre le había dicho que cuando se triunfa en el trabajo se fracasa en el amor, y esa era precisamente su condena, el precio de su éxito.

Mientras esperaba el nuevo cambio de la luz en el semáforo, Israel se tomó un tiempo para mirar a su alrededor: autos llenos de familias camino a las escuelas de los niños, parejas que viajaban juntos al trabajo, gente conversando en los autobuses, luego echó un vistazo a su propio auto y sintió el frío de la soledad y la nostalgia. Hacía solo un par de años que aquellos asientos de cuero negro estuvieron ocupados por una bella esposa y un par de inquietos niños que seguramente ahora estarían camino a la escuela como lo hacían los chiquillos de los carros del rededor.

Caminó una par de calles hasta que otra fila de autos lo detuvo nuevamente, dándole tiempo para recordar a su familia por unos instantes más. Casi pudo ver a Lorena sentada en el asiento junto a él, vestida con aquellos pantalones azules y la blusa palo de rosa que un delicado pañuelo envolvía por el cuello; la había conocido siete años atrás, mientras hacía un trámite en el banco donde ella trabajaba, y quedó perdidamente enamorado tras la primera cita en un concurrido restaurante del sector financiero de la ciudad. Un año después ya estaban comprometidos en matrimonio e ilusionados buscaban un lugar donde vivir después de la boda.

Israel se secó la lágrima que rodó por su mejilla izquierda y recordó una vez más la frase que le había dicho su padre: cuando se triunfa en el trabajo se fracasa en el amor. Un auto que tocaba el claxon tras del suyo le hizo darse cuenta que la fila de autos ya había avanzado y que él también debía hacerlo, aunque solo para detenerse una vez mas en la siguiente esquina. Las voces de unos niños gritando a su lado llamaron su atención, una pequeña van repleta de chiquillos de algún jardín de infantes estaba esperando en la fila contigua; una hermosa castaña de no más de 5 años y cabello rizado le sonrío, pero Israel no pudo más k voltear la cabeza para no perderse nuevamente entre los recuerdos, pero ya era demasiado tarde, la imagen de Doménica, su primera hija le invadió la cabeza.

Aún recordaba la tarde lluviosa en la que la tuvo por primera vez en sus brazos, cuando disfrutó el primer encuentro con los enormes ojos negros de la criatura que él describía como un ángel y con los cuales tendría cierta complicidad los siguientes seis años. Complicidad a la hora de la comida, cuando ocultaba aquello que Doménica ya no deseaba, complicidad cuando se paraba frente a él y con solo una mirada entendía que era hora de llevarla al parque, complicidad cuando iban a la juguetería a mirar y sin dudarlo sabía cuál era el que su hija más deseaba; complicidad tras complicidad que ya no existía más porque cuando se triunfa en el trabajo se fracasa en el amor.

Ahora llovía a cántaros, las primeras gotas de llovizna minutos atrás se habían convertido en una verdadera tormenta que hacía bajar la velocidad de los autos y por ende mas lento el viaje tras las filas de coches. Israel odiaba la lluvia de Quito, en su natal Manta no era tan fría como la de la capital; pero conocía de alguien que si adoraba la lluvia, que podía pasar horas en la ventana viendo las gotas golpear la ventana y hacer miles de preguntas sobre como aquella maravilla podía suceder: su curioso e inquieto hijo Sebastián, el ‘Sebas’, como le decían sus padres.

Con solo cuatro años, Sebas no podía quedarse con ninguna clase de duda que tuviera sobre el enigmático mundo que estaba descubriendo. En más de una ocasión puso en apuros a Israel y Lorena con preguntas sobre química, política, sexualidad, astronomía, física, electrónica y todo aquello que vemos todos los días pero que no nos percatamos de cómo y por qué están ahí. Pero de todos esos fenómenos, el que más llamaba la atención de Sebas era la lluvia, ¿cómo podía caer agua desde tan arriba?, ¿acaso la tiraba alguien?, ¿Por qué caía tan fría en su casa y mas caliente en la casa de sus abuelitos en Manta?... esa era la razón de la fascinación de Sebas por la lluvia, y por la que Israel odiaba aún más la lluvia de Quito que tantas horas había dedicado a admirar su pequeño hijo; pero cuando se triunfa en el trabajo se fracasa en el amor.

Estaba a punto de volverse loco entre el pesado tráfico, la intensa lluvia y los abrumadores recuerdos cuando vio delante las luces de una ambulancia, la fila de autos empezó a moverse lentamente e Israel pudo ver una patrulla, policías con sus llamativos ponchos de agua color naranja, socorristas bajando camillas de la ambulancia, y a pocos metros un auto negro con todo su costado izquierdo destrozado, seguramente por el taxi que se podía ver mas adelante y que también presentaba daños en su carrocería. Israel no avanzó a ver cuerpos o heridos, pero tenía la piel erizada por la familia que posiblemente viajaba en el auto, rumbo a la escuela de sus dos hijos, a dejar a su esposa en el trabajo del banco, o en la persona que viajaba en el taxi y que tal vez hubiera preferido no estar allí sino en casa abrazando a su familia y prometiéndoles un fin de semana juntos… otra razón mas para odiar la lluviosa, se pierde la visibilidad y siempre ocurren accidentes.

Finalmente pasó aquella lamentable escena y el caos del tráfico desapareció casi como si se tratara de magia; Israel pudo seguir sin atascos más que los que se formaban en ciertos semáforos de las grandes intersecciones. Llegó a un moderno edificio de la zona financiera, muy cerca del restaurante en el que se había citado con Lorena la primera vez, entró al parqueadero subterráneo saludando al guardia que custodiaba la entrada, se estacionó en su sitio, muy cerca de los ascensores, bajo del auto con su maletín en la mano y activó la alarma del auto.

Mientras subía en el ascensor sentía algo de inquietud, no sabía bien por qué pero la sentía, quizás era el gran caso que le esperaba en su despacho: un ex presidente de la República acusado de peculado. Las puertas se abrieron entonces en la Planta Baja donde entraron mas personas para seguir su camino hacia los pisos superiores, parando un par de ocasiones antes de que Israel se bajara. Caminó por el corredor de piso brillante y elegantes lámparas de pared mientras algunas personas de presuroso andar lo saludaban.

Israel se paró frente a una puerta de madera oscura con un elegante letrero que decía “Dr. Israel Zevallos y Asociados, Abogados”, entró en la oficina y echó una mirada rápida al elegante mobiliario, las costosas pinturas que colgaban de la pared, la brillante iluminación encendida por la oscuridad que causaba el cielo nublado de aquella mañana, hombres y mujeres yendo de un lugar a otro ataviados de costosos trajes de diseñador y al fondo su despacho privado al que se dirigió entre susurros de saludos a la gente que encontraba en su camino.

Se sentó y miró sobre su escritorio la fotografía de su familia, todos se veían tan felices y reales en ella, tan felices como los había recordado aquella mañana en su trayecto a la oficina, tan reales como cuando los dejó en casa aquella noche de pertinaz lluvia hace dos años, cuando salió furioso en un taxi tras una pelea con Lorena por no poder pasar el quinto fin de semana seguido con ellos por que tenía un caso muy difícil, de aquellos que le llegaban al bufete en el que para ese entonces estaba luchando por convertirse en socio.

Acaricio la silueta de Lorena, siempre arriesgada y segura de lo que hacía; ¡todos lucían tan vivos en aquella fotografía! Tan vivos como cuando Lorena y los niños subieron al auto para seguirlo; tan vivos como cuando Lorena lo llamaba al celular para pedirle que vuelva a casa; tan vivos como cuando la siempre intrépida mujer que había elegido como su esposa pensó que atravesando su auto en el camino del taxi podría hacerlo detenerse. Tan vivos como cuando Sebas preguntaba por qué el taxi no se detenía si ellos estaban allí delante, tan vivos como cuando Lorena se dio cuenta que la torrencial lluvia no permitiría al taxista verlos hasta cuando fuera demasiado tarde.

Un golpe en la puerta lo regresó a la realidad, su secretaria deseaba avisarle que el ex presidente estaba ya esperándolo afuera. Había llegado la hora de trabajar como cada mañana, hora de reivindicar el por qué la palabra éxito era su seudónimo entre los colegas… era hora de volver a la realidad, así lo había elegido, porque cuando se triunfa en el trabajo se fracasa en el amor.

FIN

domingo, 7 de junio de 2009

Escapando de mí, otra vez...

Dí que es verdad, que hoy no habrá nada más allá de mí y de ti
Que adoras bailar lento, un día en el parque, y abrazarme así
Para después huir llevándote mis sueños, mis anhelos y mi razón
Llevándote los viejos cuentos de hadas que guardaba en el cajón.

Y así amaré, me enamoraré de ti otra vez
Y así lloraré sin saber si tú lo haces talvez
Y así correré, me escaparé de mi otra vez
Me esconderé esperando no verte talvez.

Huye de mi eterna soledad, de mi vacía compañía y absurda libertad
Es la única manera que conozco de amar, aquella que no es felicidad
De esa manera en la que juras al cielo que un ‘juntos’ será eterno
Para después de mirar hacerme caer de tu cielo directo a mi averno.

Y así amaré, me enamoraré de ti otra vez
Y así lloraré sin saber si tú lo haces talvez
Y así correré, me escaparé de mi otra vez
Me esconderé esperando no verte talvez.

martes, 2 de junio de 2009

El cuento de una noche quiteña de Abril - II parte

Aquí la segunda parte del cuento que publiqué en 2008, inspirado en las noches quiteñas de Abril, noches de lluvia y asfalto mojado... Noches que tienen miles de historias que terminar de contar, justo como esta:


En aquel momento no sabía si era lo que había esperado, no le importaba, lo fundamental era que lo tenía finalmente delante de él, sus rodillas temblaron, su respiración se cortó, sus manos se congelaron y tenía muchas ganas de sonreír y abrazarlo; pero no se dejó llevar, las dudas aún estaban: ¿le gustaba?, ¿era lo que esperaba?.

Tras un saludo tan frío como el clima de aquella tarde, casi noche, y después de unas sonrisas nerviosas, un par de miradas encontrándose y evadiéndose, José le entregó a Fernando el video y el disco que le había prometido como regalo por los tres meses que llevaban juntos, un regalo que rememoraba su gusto musical adolescente por un quinteto británico, que para Fernando significó el primer obsequio atesorable de un amor.

José fue el primero en romper la monotonía de una conversación casi monosilábica,
- ¿Quieres ir al lugar en el que me estoy quedando?, no hay nadie allí, las personas con las que estoy se fueron a visitar a un amigo
- Claro, respondió Fernando algo nervioso, me encantaría
El lugar quedaba a la vuelta de la plaza en la que se habían citado, una hermosa casa de época con un cobertizo independiente en el que se habían acomodado José y los dos amigos que viajaban con él. Entraron como si fueran a ser escuchados por alguien, y aunque no había nadie en toda la casa, José le pidió a Fernando que no hiciera ruido y prefirió no encender las luces para no llamar la atención si alguien llegaba de improviso.

Apenas cerraron las puertas del cobertizo, y tras pedirle perdón por no poder ser romántico en aquella situación, José besó a Fernando en medio de la oscuridad, se detuvo para retirarse sus anteojos y terminó el beso mordiendo suavemente sus labios. Por primera vez en su vida Fernando sentía algo diferente al besar a alguien, se dio cuenta que estaba perdido, no era solo el deseo acumulado por besarlo durante los tres meses previos, sino que iba más allá, estaba enamorado y lo confirmó en aquel instante que, aunque no lo hubiese sido en lo absoluto, para Fernando fue el momento más romántico de su vida hasta entonces.

Tomándolo de la mano José llevó a Fernando por unas escaleras pequeñas, muy angostas para que sus pies cupieran completos en el escalón, al final había una pequeña habitación con una especie de balcón desde el que se podía mirar hacia abajo. El piso de madera crujía mientras José llevaba a Fernando junto a la cama, y con un techo bastante bajo para el metro ochenta y tres de estatura que Fernando tenía, este se golpeó la cabeza con una de las vigas que sostenían la techumbre.

Tras un apasionado beso, José volvió a pedir disculpas por lo poco romántico del momento, pero si deseaban hacer algo aquella noche, debían apurarse para no ser sorprendidos por los dueños de casa y sus compañeros de viaje, o al menos eso dijo; se sentó en la cama y se quitó toda la ropa con bastante rapidez mientras Fernando se quedó parado observándolo y guardando esa imagen en su memoria para la eternidad,
- Yo ya me desnudé, es justo que tu hagas lo mismo, dijo José con una pequeña sonrisa entre sus labios
- Tengo algo de miedo, respondió Fernando
- ¿Por qué?, no es nada que no hayas hecho antes

Lo que José no sabía es que, en medio de una de tantas conversaciones que habían mantenido antes de conocerse en persona, Fernando había mentido sobre su pasado sexual, tras escuchar las historias de José y ver la experiencia que él tenía en el asunto, se sintió avergonzado de su virginidad e inexperiencia, y decidió inventar un pasado bastante imaginativo y detallado con el que pudiese estar al mismo nivel de José.

Las rodillas de Fernando temblaron una vez más, era ahora cuando debía confesar la verdad, pero sintió que aquello sería una vergüenza aún mayor que no desempeñarse bien en la cama, entonces se quitó la ropa y se quedó con el interior puesto; José lo llamó para que se sentara a su lado en la cama y así lo hizo, casi a tientas por la opacidad de la noche. José lo acostó sobre la cama y empezó a besarle a la par que terminaba de sacarle el bóxer que Fernando aún tenía puesto; mientras sentía por primera vez el placer de los labios de alguien recorriendo su cuerpo, Fernando miraba por el pequeño tragaluz que había en medio del techo de madera, la luz de la luna era muy débil y apenas pasaba entre las espesas nubes, sin embargo la sintió más bella que nunca.

Más, el miedo volvió a apoderarse del inexperto Fernando cuando José lo volteó para hacerlo suyo, por apenas un instante, solo por un par de segundos lograron ser una sola carne porque el dolor y las lágrimas se apoderaron de él y rogó para que José se detuviera; ahora era Fernando quien pedía disculpas, José trató de encontrar una explicación entre las falsas historias que Fernando le había contado sobre sus experiencias previas, seguramente se sentía confundido con lo sucedido, sin embargo trató de minimizar la situación diciéndole que no sucedía nada, y así terminaron la noche intentando otras formas menos ortodoxas de complacencia que a la final Fernando sabía no habían satisfecho a José.

Fernando se sentía culpable por no haber podido responder adecuadamente a las expectativas de José aquella noche, por no haber podido consumar el amor que le tenía, por haber fallado. La manera rápida, casi violenta, en que José se vistió y lo incitó para que hiciera lo mismo solo confirmaba el fiasco que para José se había convertido aquel primer encuentro, y Fernando sabía que era la razón de aquel desencanto, y quizás esa misma sensación de culpabilidad fue la que le hizo pasar por alto que a aquel encuentro solo le faltaron unos billetes para haber recibido el trato de una ramera a la que trataron con algo de respeto.

Antes de salir del cobertizo Fernando intentó mermar al menos algo de la decepción que sabía era para José, e intentó darle un par de besos que no fueron tan bien recibidos y por ello no volvió a insistir. Caminaron por las calles del distrito turístico por un rato, conversando de la ciudad y de lo que había hecho José aquella mañana con sus amigos en el teleférico del volcán; Fernando sabía que esa era una de aquellas charlas de relleno, de las que se producen cuando las personas ya no quieren o no tienen ya de que hablar.

Se sentaron en una esquina donde la gente estaba aglomerada, José compró un cigarrillo y lo encendió mientras continuaban la vacía conversación; Fernando se jactaba de poder hablar con cualquier persona y de cualquier tema durante horas, sin embargo aquella noche estaba callado, no eran sus nervios o su casual desconfianza las que no le permitían tener una charla interesante, sino su vergüenza y su frustración por lo sucedido en el cobertizo.

Después de casi verse obligados a entregar el cigarrillo a un hombre que se los pidió con un tono amenazante, prefirieron entrar a uno de la acera de en frente, el lugar estaba vacío, solo un grupo pequeño ocupaba una mesa en la equina más alejada; apenas se sentaron y pidieron un par de cafés José se levantó para ir al baño, en donde tardó un largo rato, o al menos eso pensó Fernando aquejado por la culpa casi ridícula que sentía aún.

Cuando José regresó a la mesa conversaron un rato y Fernando sintió que era el momento de entregarle el obsequio que le había llevado, no estaba seguro de si lo volvería a ver o a saber de él después de aquella noche, pero si de algo estaba seguro era de que estaba enamorado de José y por ello procedió a entregarle el objeto más preciado que tenía. Sacó de su mochila la libreta que siempre llevaba con él, y de entre sus páginas sacó un pedazo de madera delgada, una especie de corteza, con un paisaje dibujado y una inscripción de la Biblia que decía “a la verdad la mies es mucha, más, los obreros pocos, rogad pues” y se la entregó a José. Fernando le explicó que aquel objeto era el único que su padre, fallecido asía dos años, le había hecho con sus propias manos; que se lo había regalado en medio de una etapa en la que su relación padre-hijo atravesaba el peor de los momentos, y con ese simple pedazo de naturaleza supo que el amor de su padre aún estaba allí y por ello se había transformado en el más importante y significativo de los recuerdos que le habían quedado de él después de su muerte.

José tomó el obsequio, talvez nunca entendió la enorme importancia que para Fernando tenía aquel insignificante trozo de madera, y lo guardó en su bolsillo. Terminaron el café y cada cual pagó su consumo, como si fuesen solo un par de amigos que se sentaron a pasar el frío de la noche con una taza de café caliente.

Cuando salieron, José le explicó a Fernando que ya pronto llegarían sus anfitriones y sus amigos, a los que había prometido una botella de tequila para pasar la noche, así que la compraron y volvieron a la casa del cielo de madera y un tragaluz de luna a la que Fernando describiría después en una de sus tantas poesías de desamor; se despidieron en la puerta de calle, sin abrazos ni apretones de manos, solo un par de palabras y José entró al cobertizo mientras Fernando se alejaba por la calle, caminaba rumbo al este, hacia donde podría tomar un bus que lo llevara a la casa de una pariente que vivía cerca del sector, aunque la verdad era que Fernando no deseaba llegar a la suya y echarse a llorar entre los recuerdos de lo que sabía que había sido un cuento mágico, al menos hasta aquella fatal y fría noche quiteña de abril.

martes, 21 de abril de 2009

Alguien para bailar

Alguien que se aferre a este corazón
Que sea mi paz y sea mi razón
Que vea los matices en mi simple color
Y seré su escudo, seré su valor.

Alguien que anhele a oscuras bailar
Un cha-cha lento para abrazar
Que sea mi sonrisa y ame de verdad
Para escapar de esta vacuidad.

Alguien que consiga hacerme sentir
Aquello que me negué a vivir
Que me enseñe que nunca fui tan feliz
Y prometo ser su mejor aprendiz.

Alguien que aprecie las estrellas ver
En un balcón hasta el amanecer
Y que aunque arrugue su piel sabré
Que a su lado un día moriré.

lunes, 20 de abril de 2009

Si eras o si fué

Y entonces me sentí sin esa paz
Sin saber qué sería entonces de mí
Ya no tenía certeza si eras o si fue
No sabía si sabría otra vez de ti.

Y así es como se fue el amor
Era solo una poética ilusión
Y así es como se fue esta fe
Se perdió en una lenta canción.

Y sabe Dios que sueño cada noche
Pues despierto entre el llanto y el mar
Y no sabré si fuiste tu o si fui yo
Solo entiendo que no soy quien amar.

Y así es como se fue el dolor
Era solo mi tonto corazón
Y así es como se fue el soñar
Sereno, frío y sin emoción.

jueves, 12 de febrero de 2009

Solo un recuerdo

A continuación algo que escribí en Septiembre de 2007, mi vida era otra, mi primer amor de verdad estaba acabando con los últimos pedazos de mi corazón.

Siento los primeros rayos del nuevo día sobre mi rostro
es el sol que me indica que la noche ha terminado finalmente
que la oscuridad y el frío han dado paso a la esperanza
que la fe siempre renace entre las cenizas de una llama extinta.

Los recuerdos de tu paso, tan volátil, superfluo y escurridizo
me detienen en un instante de cinismo antes del alba
cada madrugada una lagrima recorre hacia la blanca almohada
como la testigo muda de que aun mi corazón te añora.

Empieza un nuevo día y una nueva historia por delante
el valor y el coraje que me faltan me los regala el cielo despejado
un cielo que evoca días perfectos que no pase a tu lado
días en los que hubiera entregado mi vida por tomarte de la mano.

Amor en cuatro idiomas distintos, los de Hispania, Galia y Anglia
frases de sonares bellos, hoy implacables memorias de sal
la misma sal que corre en el golfo, y sube por el río hasta la ciudad
ciudad de cerros y malecones, testigos mudos de mi penar.

viernes, 6 de febrero de 2009

AGRADECIMIENTO

Quisiera expresar mi agradecimiento a todas aquellas personas que se han tomado el tiempo de echarle un vistazo a este blog, y sobre todo a aquellas que han regresado porque les ha gustado lo que en el encontraron. A quienes han dejado sus comentarios y a aquellos que me hacen saber lo que piensan mediante otros medios como el correo.

Este es un espacio que fue pensado como un archivo personal de mis vivencias, un diario por decirlo de alguna manera, pero a terminado convirtiéndose en la plataforma desde la que expongo mis mas intimos sentimientos plasmados en un par de versos. Por todo ello me siento afortunado al haber recibido buenos comentarios de amigos, conocidos, desconocidos y por allí hasta alguien especializado jeje; en serio muchísimas gracias.

Por el momento me encuentro trabajando en "El Viaje de Dorothy", y cada vez que crea que una parte está lista para darse a conocer se las presentaré a travéz de este medio. Mientras tanto me gustaría compartir con ustedes algo de mi trabajo anterior pero que jamás publiqué; espero que lo disfruten de igual manera.

viernes, 30 de enero de 2009

El viaje de Dorothy - I parte

Les presento la primera parte de un cuento infantil que aún no termino, esta es la primera parte, aunque aún deseo pulirla mas:


El Viaje de Dorothy
(Primera Parte)

Como cada semana lo hacía, Diego fue aquel domingo a casa de su abuela Dorothy, una anciana de muy buen carácter que había vivido su niñez y adolecencia entre los verdes campos de Hertfordshire y la capital británica, Londres. Y aunque hacía mucho tiempo que la abuela había cruzado el Atlántico para instalarse con su padre y su hermana en Sudamérica, aún recordaba entrañablemente su patria; Diego podía notar aquello cada vez que por algún motivo sus padres los encargaban a él y su hermana Luisa en casa de la abuela, ella les contaba sus aventuras entre los sembradíos y casas solariegas de la campiña inglesa y las fantásticas historias de duendes y hadas, reyes y caballeros o hechiceros y brujas que había escuchado en Londres.

Diego no se parecía mucho a su abuela, mientras lady Dorothy, como la llamaban cariñosamente en la familia en alusión a su pasado inglés aristocrático, era alta, delgada, de tez clara como la nieve y ojos azules; Diego era mas bien menudo para su edad, de ojos y cabello negros como el azabache; la viva imágen de su padre, un quiteño de acomodados recursos que trabajaba para una firma local de constructores.

Luisa encambio, la vivaracha niña de ocho años que tanto molestaba a su hermano, dos años mayora a ella, era todo lo contrario a Diego, su cabellera dorada y de largos rizos se perdía entre la piel blanca y los ojos claros; muy parecida a su madre Dianne y su abuela Dorothy.

Aquel domingo hacía mucho frío y llovía fuerte en la andina capital ecuatoriana, así que después del almuerzo que lady Dorothy preparó toda la mañana, la pequeña familia se reunió alrededor de una enorme chimenea que encendían en invierno, tal como la abuela lo había hecho toda su infancia en la casona de Hertfordshire que había habitado antes de que su madre falleciera por uno de los primeros casos conocidos como cáncer.

Las brasas crujían entre las llamas que ofrecían calor a la habitación, en estos tiempos no mucha gente enciende ya sus chimeneas, pero a la familia de Diego le parecía una costumbre encantadora, capaz de reunir a toda la familia al menos para combatir el frío. Los niños jugaban entre si mientras correteaban por la habitación llena de muebles antiguos mientras los adultos conversaban sobre las vacaciones que habían venido planeando desde hacía un año. Deseaban llevar a Dorothy para celebrar su cumpleaños 75 en Inglaterra, junto a aquella hermana con la que había compartido gran parte de su vida y que habí vuelto a la ciudad del Támesis tras casarse con un compatriota.

Lady Dorothy estaba emocionada, hace mucho que no visitaba su tierra, desde que había enviudado once años atrás para ser exactos, tiempo en el que tampoco había visto a su hermana Michelle exeptuando un par de veces en que ella y su esposo Albert habían visitado Ecuador la última década. Los niños también estaban emocionados, a su corta edad nunca ha´bían subido a un avión, mucho menos habían viajado fuera del país. Como todos los niños, Diego y Luisa estaban seguros que les aguardaría mucha diversión del otro lado del océano.

Finalmente el día del viaje llegó, la familia abordaba el avión que los llevaría en un largo vuelo de 17 horas hasta Londres, la ciudad que había visto el paso de dos mil años de historia y también a una adolecente Dorothy que hoy, volvía en sus años dorados, pero aún llena de ilusión y gratos recuerdos del suelo inglés.

CONTINUARÁ...

lunes, 26 de enero de 2009

Ven

De sus labios que besaron otros labios
Quítame tú el sabor
Si sus ojos se perdieron en otras miradas
Borra de mí su amor
Si su cuerpo se entregó a otros cuerpos
Llévate tú mi dolor.

Ven, encuéntrame
Hazme su historia olvidar
Y volver a empezar
Sin mas llanto sobre el mar
Ven, llévame a un lugar
Donde pueda respirar
Y volverme a enamorar
Sin mentiras, sin dudar.

De ese falso beso en aquel bosque de humedal
Quítame tu aquel sabor
Y esas lágrimas de alcohol jurando que era cierto
Borra de mi su falso amor
De su mano aforrándose en la oscuridad del cine
Llévate tú mi dolor.

Ven, sálvame
Ya no quiero mas llorar
Ni volverme a lamentar
Por dejarme humillar
Ven, ámame en verdad
Quiero otra canción cantar
Sin volver, sin regresar
No merece mi añorar.

De mis labios recorriendo su piel bajo el cielo
Quítame el amargo sabor
De mi carrera entre la noche rogando su perdón
Borra de mi su inútil amor
De mi llanto al medio día por su pequeña humanidad
Llévate tu mi dolor.

Ven, encuéntrame
Ven, sálvame
Ven, llévame
Ven, ámame
Ven, abrázame.

viernes, 23 de enero de 2009

Un día te van a amar

Lo que empieza se acaba
Se va con el ayer
Y el ángel que volaba
Ya no se deja ver.

Los recuerdos te enseñan
Y vuelves a confiar
Pues si eres de los que sueñan
Un día te van a amar.

No permitas que el pasado
Te deje sin sentir
Si el desamor te ha ganado
No te dejes morir.

Si caminas entre sombras
Tu llevas la verdad
La luz de tus palabras
Vencerá a la oscuridad.

No creas que estás solo
Si miras hacia atrás
Te escudaré hasta el polo
La batalla ganarás.

lunes, 19 de enero de 2009

Confusión

Escribí esto cuando tenía 16 años, uno de mis primeros trabajos, 
lo encontré mientras arreglaba el baúl de los recuerdos 
(ingresaban unos nuevos y terminó saliendo uno viejo). 
Espero que les agrade.

Políticos en campaña
gritando “su” verdad
Medallas sin hazaña
y templos sin deidad
Eso es y esto no,
todo tiene su razón
La vida se me escapa
y todo es confusión.

Veo un mundo en pie y encaminado
y el futuro de alguien pisoteado
Los prejuicios son la esencia
de este mundo sin razón
Mi identidad se escapa
y todo es confusión.

Recuerdos imborrables
tirados en el desván
Sentimientos innombrables
queriéndome alcanzar
Cree en él, no en aquel
nadie cree en mi corazón
El amor se me escapa
y todo es confusión.

Obras de arte moderno
que te invitan a soñar
o lienzos de un averno
califican de genial
Eso sí que es confusión
y para el mundo eso es razón
El ser feliz se escapa
¿y tu dices que es pasión?

¿Cómo poder ser quien soy
si el mundo me quiere cambiar?
¿Cómo saber si hago lo correcto
si todo es confusión?
¿Cómo querer saber lo que soy
si al mundo no le va a importar?
¿Cómo saber si siento lo correcto
si todo es confusión?

viernes, 16 de enero de 2009

Instantes de quiebre

Yo sé como se siente
Se nubla el día y se apaga el sol
Se quiebra el alma y se triza el corazón

Yo sé como se siente
Cae la lluvia y desaparece la luna
Se acaba la fe y se esfuman los sueños

Yo sé como se siente
Todo oscurece y también las estrellas
Se cierran los ojos y lloran recuerdos

Yo sé como se siente
Se pierden los nortes y borran caminos
El cuerpo se agita y los labios añoran

Yo sé como se siente
El tiempo no pasa y los días se pierden
Las manos te tiemblan y la gravedad vence

Yo sé como se siente
Se desvanece el futuro y caen los planes
Las rodillas al suelo y maldices al cielo

Yo sé como te sientes
Con miedo al sentir y rabia al recordar
Sus manos en tus manos en plena oscuridad

Créeme, yo sé como te sientes.

jueves, 15 de enero de 2009

// P.D: Te amo!!!

Me he quedado con tu esencia hecha escopeta
Con esta oscura y frágil marioneta
En la que convertiste a mi corazón
Me he vedado aquel derecho de mirar al cielo
De arriesgarme a alzar en nuevo vuelo
Y de llorar al escuchar nuestra canción.

Y hoy estoy como en silencio entre tus ruidos
Como si ya no escucharan mis oídos
No me hallo, ya no lloro ni sé que hacer
Y me pierdo todas las noches entre tus motivos
Entre los recuerdos de tus besos nocivos
Entre todo aquello que no logré entender.

Te guardo en una caja de recuerdos con tu foto
Y con los cielos azules que se han roto
Con todo aquello que no supe enfrentar
Quemo lo que queda de aquella tarde de silencio
Lo que queda de mi paz y de ser necio
Quemo mis alas para no intentar volar.

Lucho contra encuentros entre bailes y salones
Entre cha-cha-chas y otras canciones
Contra nuestros planes que ya no serán
Muero al enfrentarme a la sombra de tu sonrisa
Al recuerdo de tus ojos que aún me eriza
Contra aquellas posdatas que no volverán.

miércoles, 14 de enero de 2009

Blanco regalíz

El día y mi alma lloran
Pensando en tu sonrisa
En sueños que se atoran
En un valle sin tu brisa.

Andina niebla envuelve
Cortos pasos al andar
Y este corazón resuelve
Ya no volver a amar.

Diviso entre lo espeso
De un blanco regaliz
La sombra de tu beso
Que me hizo ser feliz.

Sin miedo a lo que viene
Y solo ganas de llorar
Enfrento a quien sostiene
Mi dolor en su mirar.

Delicias que eran mías
Y hoy son de la ciudad
De tus palabras frías
Que no fueron de verdad.

martes, 13 de enero de 2009

A medias


¿Cómo se olvida justo después del mejor momento de la vida?
Apenas a un día de aquella experiencia única al pie de un matorral
Después de tus besos, los mas dulces, los de sabores a frutas
Después de tu cuerpo, de tus silencios y mis miedos… aún a medias

¿Cómo se puede encontrar la luz en el camino sin ti para alumbrarlo?
Si las luciérnagas te las quedas tu y a mi me dejas simples faroles citadinos
Después de que me enseñaste a apagar las luces y confiar en ti para guiarme
Dejándome tan vulnerable como el niño que ha aprendido a caminar… a medias

¿Cómo se olvida el color de tus ojos castaños desnudándome el alma?
El brillo con el que servían de sol al cielo en una tarde entre nubes
Ocultos entre tus largas pestañas y tu sonrisa amplia como el día
Después de perderme entre sueños vueltos realidad… solo a medias

¿Cómo se sigue por un camino en el que tu nombre tenía su espacio?
En donde tus cuatro letras eran consideradas divinidades de lo excelso
Por un camino de adoquines de llanto que me recuerdan nuestro encuentro
Donde de pronto mis realidades se han vuelto sueños… a medias.

lunes, 12 de enero de 2009

Cabuya

Cabuya: Fibra natural de gran resistencia obtenida de la planta "pita". De uso generalizado en la zona andina de Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia; se usa especialmente para la fabricación de cuerdas y bolsas de carga. Cerca a la ciudad de Quito, la pita (cabuya), se encuentra con facilidad en el vecino valle de Tumbaco.


La humedad de aquella costa
Que ennegrecía mi cabeza
Se perdió y le tomó la posta
El vecino valle de tu certeza

Un valle tibio y mesurado
Que me ocultaba tu sonrisa
Y que aún tiene censurado
El acceso a tus caricias

Un acceso que va a medias
Cada tarde en tus palabras
Y un dolor que tú remedias
En mis sueños entre alambras

Esos sueños que son tuyos
Y que esperan ser cumplidos
Tras un año en sus capullos
Aguardando en mis sentidos

Aguardando por tus labios
Y anhelando tu mirada
Descubriéndome en los cambios
De esta, mi alma enamorada

De mi alma que ahora es tuya
De este corazón que lleva tu nombre
Y de un deseo andino como la cabuya
De amar tu cielo y ser tu hombre

domingo, 11 de enero de 2009

Sin tu sonrisa

A continuación algo que escribí con intenión de ser canción, una para la persona que hace un mes y un día me devolvió el valor y me enseñó que se puede amar otra vez.

Será que entiendo lo que piensas
Y talvez algo de lo que sientas
Que no me deja mas llorar
Que me hace ahora festejar

Que sin ti no ya nada logro
Que me amargo como un ogro
Que ya no podré respirar
Si me llegaras a fallar

Como un cielo que se triza
Me romperé sin tu sonrisa
Que me invita a compartir
Que ilumina mi vivir

Soy el sol de todos lados
Y aunque no haya descansado
Todos dicen que en verdad
Se me nota la felicidad

Es tu culpa y no hay delito
Anda, quédate un ratito
Que me muero hoy por ti
Que eres parte ya de mí.

Entre mis sueños

Soñaba en mis recuerdos
Perdido en tempestad
Volaba entre mil cielos
De gran oscuridad

Soñaba entre mis cuentos
De triste terminar
Buscaba en sus acentos
Tratarme de aclarar

Soñaba entre la esencia
De una triste canción
Bailar en la inconciencia
De un noble corazón

Soñaba entre mis sueños
Y entre mi palpitar
Que un día sería el dueño
De un alma para amar

Y entre sueños llegaste
Eras lo que soñé
Y en tus sueños ataste
Al hombre que seré

Hoy, sueños faltan poco
Hay uno que cumplir
Mirar dentro en tus ojos
Y amar hasta morir

Soñando con tu sonrisa
La luz de mi verdad
La única bella caricia
Que es mi libertad

Soñando con tus labios
Y con tu levedad
Me pierdo entre los cambios
De mi humanidad

Te amo con mis sueños
Que ayer yo vi morir
Y te amo siendo el dueño
Del resto de mi existir.

sábado, 10 de enero de 2009

Volver a ser

¿Cuánto de ti voy a tener
si todo de mi te voy a ofrecer?
¿Cuánto dolor pudiste sentir
cuando ese amor te dejó morir?

¿Cuánto de ayer, cuánto de hoy
podré de ti ver si ves como soy?
¿Cuánto de mi quieres hablar
si soy así, simple al amar?

¿Cuánto de todo, cuánto por ser
todo a tu modo, a tu parecer?
¿Cuánto por nada, cuánto de ayer
si esta es la hora volver a ser?

¿Cuánto de ti yo voy a sanar
si todo de mi hoy te va a amar?
¿Cuánto dolor yo borraré
cuando este amor te entregaré?

¿Cuanto de ayer en el cuento de hoy
podré de ti ver si a tu lado me voy?
¿Cuánto de mi aprenderás a amar
si soy así, complejo al hablar?

¿Cuánto de todo, cuánto por ser
amado a tu modo, a tu parecer?
¿Cuánto por nada, cuánto de ayer
olvidaremos si te arriesgas a ser?