sábado, 16 de agosto de 2014

Esa sensación

¿Se han despertado alguna vez con esa sensación de que sobran en el mundo?, de que ojalá y la noche nunca hubiese terminado, que las estrellas siguieran viéndote dormir, de que levantarse de la cama se convirtió en rutina y ya no es más ganas; ¿lo han sentido?.

Bueno, yo tengo esa sensación cada día, y digo cada día porque no importa si es la mañana o la tarde, para mí es solo el día que precede a la noche, y aún en ella debo aguardar para que me abrace el sueño y poder cerrar los ojos nuevamente. Y ¡ah!, que vuelvo a despertar a la mañana siguiente, contrario a toda esperanza de que esta vez se acabara, que no volviera a entrar el sol por mi ventana, o si lo hacía no volviera a sentirlo.



Y ahí vamos de nuevo, levantarse de la cama, recorrer las horas del día, dibujando una sonrisa porque es lo que el mundo espera de ti, porque condena la tristeza, la esconde, le avergüenza. Que pared tan fuerte he hallado para apoyarme cuando me siento cansado, la de mis límites, mis desencantos y mis verdades, la de los sueños rotos y de las ganas quebradas, como las alas que un día creía que me harían volar lejos.

No sé si me abruma el futuro o me abruma el pasado, porque en ambas está ese sentimiento de soledad que me atormenta. Tampoco sé si es el presente, dura tan poco que está ligado más de lo que creeríamos al pasado, sujeto a las miradas perdidas en el horizonte y a la esperanza efímera de un suspiro. Es quizá el tiempo el que me enloquece, el que pasó, el que sucede y el que vendrá, me ha cazado sin aviso y sin armas para defenderme, un lobo al acecho que siempre va un paso adelante, una corazonada en medio y un gruñido detrás.

A estas alturas hasta yo me pregunto por qué creo que sobro, y hallo la respuesta en esa misma duda, porque no tiene una respuesta certera. No tiene una mano que acaricie su oscuridad, que la convierta en claro de luna, que la guarde de su propio frío.

¿Se han acostado alguna vez con esa sensación de que todo les sobra?, sobra vida que no quieren usar, suspiros que no tienen dueño, palabras que nadie quiere escuchar; sobran sueños predestinados a romperse y llantos que ya no quieren saberse ni a sí mismos, silencios incómodos entre tú y tu cabeza, abrazos que se han quedado sin sus besos, y sobran futuros solitarios que esperan con ansias que los uses. ¿Lo han sentido?, bueno, yo tengo esa sensación cada noche.

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