Cuando tu recuerdo se me cruza de pronto, sin querer el
corazón baja el ritmo acelerado del día para dar paso a la percusión de un
bolero que repite tu nombre de ópera. Se cierran instintivamente los ojos para encontrarte allí, donde los
párpados guardan detalladamente las facciones de tu cara, morena, delicada y
perfecta. Un suspiro trae de vuelta los pocos instantes que tuve a tu lado,
pero que aún así se volvieron eternos, y al regresar al mundo me encuentro la
sonrisa que no se ha perdido, pero sí he guardado. Y aunque duelen, son
instantes necesarios para sentirme vivo, segundos que bastan por sí solos para
entender que todo el tiempo que esperé antes de ti, y lo que debo extrañar
desde que te fuiste, valieron la pena por esos dos años que decidiste ser parte
de mi historia, el sol que no está más pero nunca se oculta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Deja tu comentario sobre esta entrada: