Tú me rompiste, pero no rompiste lo que debías. Quebraste docenas de sueños que había guardado para siempre pero que regresaron cuando llegaste a mi vida, y también algunos que alcancé a tu lado en una sola noche.
Hendiste el suelo que sostenía un cielo que habitabas tú, el sol de tus sonrisas y mil horas de nuestras charlas. Descompusiste el tiempo y te volviste eterno. Destrozaste el mundo y me destrozaste a mí.
Y es que yo también fracturé el cristal que lastimó tu riesgo, quebré a un príncipe azul que nunca fue príncipe, tampoco del azul que hubieses merecido. Rompiste mi amor propio, y también el amor que sentía por el amor en sí mismo, pero no rompiste el que siento por ti, ese que debías quebrar más que nada y es lo único que dejaste en pie.
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