martes, 17 de febrero de 2015

Cita a ciegas (con el pasado)

Llevaba esperando cerca de veinte minutos, bebía una taza de café lo más lento que podía, esperando que mi cita a ciegas llegara pronto, aunque deseaba hacerlo de un solo trago por el frío que envolvía el ambiente a esas primeras horas de la noche. Nunca antes había conocido a una persona de esa manera, pero le debía un favor a mi prima y así fue como me obligó a pagárselo, en parte porque tiene vocación de Cupido y en parte porque tiene alma de madre, estaba preocupada por la última vez que nos vimos y me recriminó la falta de todo que me embarga después que la persona de quien estoy enamorado se había marchado de mi vida.

Tardé poco en arreglarme para salir esa noche, me puse encima una camisa que no había usado en mucho tiempo, estrenando un corte de cabello que mi prima, que también tiene vocación de estilista, me obligó a hacerme un par de días antes. El camino fue tortuoso, y no por el camino sino por las ganas de llorar que me embargaban al intentar conocer a alguien nuevo; no estaba listo, no en ese momento, y me repetía que no debí permitir que me obligasen a pagar un favor con algo así. Varias veces revisé la fotografía que llevo en mi teléfono, no la de mi cita, sino la del hombre que me había enamorado sin proponérselo, y recordaba las veces que nos vimos en el mismo lugar al que iba ahora, las mismas calles, el mismo cielo, pero esta vez sin las ganas.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Le amo

Le amo porque conozco sus manías, su lado gris y también sus miedos. Porque era tierno aunque quería ser duro, porque callaba cuando más tenía que decir, porque su constancia era ser inconstante. 

Le amo porque me dejaba descubrir sus defectos, porque a veces se avergonzaba pero nunca conmigo, porque eran él y sus rincones oscuros, sus rincones oscuros y mi mano.

Le amo porque no todo eran charlas y bromas, ni virtudes y aciertos, sino también discusiones y a veces lágrimas, defectos y algunos errores. Le amo porque todo eso es el amor, y él me enseño a amar cada región de su alma.

domingo, 1 de febrero de 2015

Era febrero

Era febrero hace dos inviernos en un mundo un poco gris
con una grieta que me dejaron poco antes de ser feliz
ponía sueños a buen recaudo, que no los quebraran más
me encontraba de cierta forma ocultándome en la paz

En sus palabras hallé un buen día la belleza sin rimar
eran poemas sin ser poemas, era una luz para disfrutar
movía en mi suelo un poco de cielo, me invitaba a avanzar
ponía en juego todo aquello que había querido resguardar

Era febrero hace dos inviernos cuando empecé a latir
fue su mensaje, la vez primera, y comencé a sonreír
me acompañaba cada minuto, me enseñó a volver a ser
no fue su culpa, tampoco la mía, me enamoré sin querer

Tú me rompiste

Tú me rompiste, pero no rompiste lo que debías. Quebraste docenas de sueños que había guardado para siempre pero que regresaron cuando llegaste a mi vida, y también algunos que alcancé a tu lado en una sola noche.

Hendiste el suelo que sostenía un cielo que habitabas tú, el sol de tus sonrisas y mil horas de nuestras charlas. Descompusiste el tiempo y te volviste eterno. Destrozaste el mundo y me destrozaste a mí.

Y es que yo también fracturé el cristal que lastimó tu riesgo, quebré a un príncipe azul que nunca fue príncipe, tampoco del azul que hubieses merecido. Rompiste mi amor propio, y también el amor que sentía por el amor en sí mismo, pero no rompiste el que siento por ti, ese que debías quebrar más que nada y es lo único que dejaste en pie.